De acuerdo a la estructura temática hollywoodense el muchachito es rubio, de ojos celestes gana y pierde durante el desarrollo de la trama y en la batalla final, resulta victorioso y se queda con la chica. Nuestro héroe no era rubio, ni tenía ojos celestes, en realidad al menos durante el tiempo de nuestro relato, ese color si estaba presente pero solo en su corazón.
En un principio, la historia era de lo más convencional, un grupo, los buenos, aquellos vestidos con la casaca Celeste, eran un equipo por demás heterogéneo, viejos gladiadores de mil batallas que llegaban al modesto club para transmitir su experiencia y coraje, jóvenes entusiastas que esperaban su oportunidad para destacarse y en medio de todos ellos estaba Él, pelo negro casi siempre despeinado, barba crecida perpetua, hombros anchos y generosos y cultor de un perfil bajo que nada hacía presuponer el desenlace. Un tipo mas y nadie reparaba en él. El Mickey Rourke de Corazón Satánico hubiera cuadrado en este personaje, pero sin el pucho.
Los malos, aquellos que deseaban impedir el triunfo de los buenos, eran grupos que utilizaban todo su poder y fortaleza para lograr su objetivo. Los Santos que gracias a su gran número hacían pesar su influencia y vencían a todos sus rivales, los Funebreros, agresivo grupo de jóvenes que destruía todo lo que tenía a su alcance, los terribles Triperos que en su reducto eran asesinos que no dejaban nada en pie y finalmente los Bohemios liderados por el maléfico Ruso, un villano perfecto para esta historia: agresivo, perfil alto, ojos de hielo, sonrisa torva y mirada despiadada. Algo así como el Dolph Lundgren de Rocky IV, pero sin tantos músculos.
El grupo de los Celestes estaba liderado por el Doctor, un veterano que, en el pasado, había logrado importantes logros y su aspiración era alcanzar el máximo galardón en esta gesta. Buen consejero, amigo y líder fue quien intentó darle ánimo al grupo, logró cohesionarlo y conformarlo. El Doctor, como el buen Obi-Wan Kenobi en La Guerra de las Galaxias confió en nuestro héroe, el cual, siempre en silencio aceptó la responsabilidad y se entregó junto al grupo a buscar la victoria final. Sin embargo comenzaron las batallas y la dureza de las mismas sorprendió a todos. El líder se debatía para evitar las caídas y nuestro héroe, siempre dentro de su perfil bajo, no lograba sobreponerse a los embates. pero al final nadie puede evitar que el buen Doctor al igual que Obi-Wan fuera derrotado en el intento de vencer a los malos y se transformara en una de las sensibles bajas.
Para reemplazar al Doctor llega el Rengo, otro veterano de gesto adusto y mirada de fuego. El Rengo es un buen conductor, pero no confía en nada ni en nadie. Su liderazgo se basa en la dureza y no perdona errores. Sabe que si fracasa será una nueva víctima de los villanos que siguen derrotando, semana tras semana a cuanto rival los enfrenta. Por ello exige entrega incondicional a todos los del grupo y supone en sus taimados pensamiento que aquellos que cultivan el perfil bajo escatiman esfuerzo. Así fue que, tras un error de nuestro héroe en medio de un duro enfrentamiento con el grupo del Dragón, no lo perdona y tan implacable como el entrenador de Básquet que interpretaba Gene Hackman en Hoosiers lo defenestra delante de todos sus compañeros y lo relega a un papel secundario. Su lugar lo toma el Viejo que trata pero no logra ocupar su lugar, de hecho en otra batalla frente a los Triperos es vapuleado de mala manera y por ello, el Rengo no tiene mas remedio que volver a confiar en nuestro Héroe.
Siguen transcurriendo las semanas y nuestro grupo alterna alegrías y tristezas, su actuación irregular contrasta en sobremanera con la marcha triunfal de los poderosos frente a los cuales no parece haber oposición válida alguna, todos los que osan enfrentarlos muerden el polvo de la derrota. Empujados por la fuerza y sapiencia del grupo de veteranos y motorizados por el entusiasmo de los jóvenes el grupo mantiene su esperanza de llegar a la Gesta Final que definirá el futuro y determinará el éxito o el fracaso. Con mucho esfuerzo, casi como los sobrevivientes de La Aventura del Poseidón, logran el tan ansiado objetivo. El Rengo sigue liderando al grupo con mano de hierro y nuestro héroe, poco a poco, va levantando su perfil cobrando importancia en su función de evitar las conquistas de los rivales.
Se había llegado a la Gesta Final, los Santos ya habían logrado el objetivo y solo había lugar para un grupo más. Nadie daba un centavo por los Celestes, se hacían apuestas y en todas ellas no se los tenía en cuenta como grupo victorioso. No contaban con ellos ni mucho menos con nuestro Héroe el cual, al igual que Stallone en Rambo, aguardaba agazapado a los villanos para ultimarlos uno a uno. , pero como en todas las buenas películas de acción, no iba a ser tan fácil.
Los bufones, aquellos sabios que le buscaban la lógica a todo, decían que los Celestes no tenían la mas mínima chance frente a los Funebreros y la batalla fue terrible. Nuestro héroe fue decisivo y no pudieron vencerlo pese a que lo intentaron de todas las maneras posibles. La impotencia desató una explosión de violencia en la cual, el Rengo mostró su valor a mano limpia. Fue victoria pero nadie daba nada por el grupo porque a continuación había que ir al terrible reducto de los Triperos. Era un viaje con tan poca esperanza y con tantas desventajas como la que tuvieron que afrontar los nueve miembros de La Comunidad del Anillo. al atravesar las tenebrosas cavernas de Moria.
Pocos habían salido con vida o indemnes de dicho sitio, incluso algunos atrevidos solo se animaron a concurrir a ver tamaña batalla camuflados y disfrazados para intentar sobrevivir. Los miembros del grupo también temían y se mostraban intimidados frente a tamaño ambiente. Quizás el recuerdo terrible del último enfrentamiento que le había costado el protagonismo al Viejo los hacía sentirse derrotados antes de empezar. Los neutrales y los bufones, seguían pronosticando sin dudar una fácil victoria de los Triperos. Sin embargo quien puso le pecho fue Él, su figura fue creciendo, enorme decidido e invencible era Mel Gibson en Corazón Valiente su victoria fue tan aplastante que los mismos rivales intimidados y humillados se entregaron mansamente a la derrota.
Pero faltaba la batalla final, la que definiría todo. En ella la oposición iba a ser la de los Bohemios liderados por el temible Ruso. La derrota era segura graznaban los bufones. El inicio fue positivo, de hecho se logró una conquista fugaz que solo logró enardecer a los villanos. Estos comenzaron a multiplicarse como el Sr. Smith en Matrix y atacaban por todos los flancos pero Él, era el pétreo Neo y como en esta película, ella, la pelota, era Trínity que siempre terminaba con nuestro héroe. Parecía una lucha desigual, todos contra él y Él agigantó su figura hacia límites sobrenaturales y una a una fue resolviendo todas las adversidades. Era Bruce Willys en Duro de Matar, le tiraban de todos lados, pero no podían con Él.
El final fue de película. En este caso un buen Western, El bueno y el malo frente a frente, Él, nuestro héroe frente al Ruso, mano a mano y a todo o nada, como Gary Cooper en A la Hora Señalada nuestro héroe y el villano se miraron largamente a los ojos, el silencio se podía cortar con un cuchillo, nadie se animaba siquiera a respirar, el Ruso, líder y ganador sonreía de costado paladeando en forma anticipada su victoria, el Héroe abandonando el perfil bajo era todo determinación, nadie ni nada lo vencería. Eran dos colosos pero la voluntad del nuestro pudo mas. El Ruso quedó en el piso, roto y desarticulado como el Replicante de Rutger Hauer en Blade Runner, no habría segunda oportunidad para él. La Gloria y la permanencia eterna en el Olimpo de los triunfadores quedó toda para nuestro héroe. En la vuelta final fue el Johnatan de Rollerball.
Muchas historias se tejieron luego de esto con las cinematográficas vivencias de nuestro héroe, algunas reflejando hazañas, otras en paso de comedia e incluso hubo un par de trámite tortuoso y desenlace dramático. Nos cuentan que en su última película, un director de cuarta decidió que al final, en lugar de terminar victorioso, nuestro héroe muriera. Una verdadera estupidez que nadie creyó porque los héroes de película nunca mueren, siempre se alejan hacia el horizonte montados en su caballo blanco, o besan a la chica en un primer plano. En este caso el eterno final, el que todos recordaremos siempre es el de nuestro héroe en la noche mas larga de la historia, con su buzo verde al viento y elevado en andas por una multitud que lo aclama.
(Cuento Homenaje al "Mudo" Hector Cassé)
1 comentario:
Muy buen relato. Tengo muy lindos recuerdos del "mudo" era una gran persona, yo lo conocia por q mi viejo lo atendia (era odontólogo y fue presidente de Tempreley) y mi viejo (q ya no lo tengo conmigo) siempre contaba q el día q se caso con mi mamá él le regalo la camiseta q había usado en el partido de ese día (27/06/81).
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