En general, no transcribo notas de medios, sino cuentos textos etc. Pero en este caso lo hago con una nota publicada en Critica Digital tan buena como para entender que todo lo que hoy conocemos genéricamente como Internet, será en muy poco tiempo algo totalmente distinto..
En la nota, el periodista Patricio Barton entrevista a Leonardo Zanoni (pionero entre los bloggers argentinos), y entre ambos llegan a conclusiones inquietantes.. en especial para los que tenemos un blog o un website y pensamos que, de este modo, nos perpetuaremos en Internet, cuando en este medio, todo es efímero y las modas de hoy son oscuros recuerdos olvidados de mañana.. El que no se adapta y cambia.. desaparece.
Para leer y pensar:
“Internet, como la conocemos hoy, ya fue”, advierte Leandro Zanoni –periodista y editor de e-blog, pionero en el universo blogger dedicado a temas de medios digitales y cibercultura–. “La web son computadoras conectadas, y no sitios web con direcciones fijas. Hoy los blogs no pueden prescindir de las herramientas de las redes sociales. Para los chicos ahora internet es Facebook, su contacto con la web empieza y termina ahí, casi no la usan para otra cosa.
Con este panorama creo que los blogs encontraron su meseta, y es probable que cada vez surjan menos, pero los que ya están se van a consolidar aún más”. Se estima que hay alrededor de 500 mil blogs argentinos, aunque censar lo virtual es una tarea tan sinuosa como inútil. Quizá como un resabio de la cultura analógica aún persiste la tendencia de cuantificar todo lo que sucede en internet. Pero la foto siempre sale movida, porque la web va más rápido.
Durante la época de auge de los blogs (2005-2006) se decía que en el mundo se abría uno nuevo por segundo (86.400 por día si se quiere ser más espectacular, y 31.536.000 por año, si tiene ganas de hacer cuentas). Lo cierto es que el 30% de ellos era abandonado antes de los tres meses. O según Technorati –el buscador especializado en bitácoras– habría ahora algo menos de 100 millones. Nada dura demasiado en la web.
Hace un año la revista Wired –quizás el máximo referente del periodismo tecnológico– anunciaba algo así como “la muerte de los blogs”, incluso la propiciaba. El periodista Paul Boutin hacía un llamado a no abrir nuevos blogs y recomendaba cerrarlos a quienes tuvieran uno. ¿Los motivos?
Que la blogósfera ya no era un espacio expresivo y práctico, y que las nuevas herramientas de la web 3.0 (de las redes sociales) serían mucho más útiles y fáciles de usar. Las profecías funerarias son muy frecuentes en el universo de lo mediático: la fotografía mataría a la pintura, el cine a la fotografía, la televisión al cine e internet a la televisión. Pero no.
En el libro El fin de los medios masivos (Ed. La Crujía, 2009) el especialista Hugo Kuklinski asegura que “todos los medios se reconfiguran con la convergencia” y que ninguno ha logrado “matar” a otro. En este sentido, “los blogs están mutando rápidamente y en esa mutación algunos creemos que se convertirán en otra cosa: ¿e-magazines?”, se pregunta.
En estas pampas, Zanoni sabe que su e-blog mutará pronto: “No sé si se convertirá en una aplicación o en qué cuernos, pero sí sé que si tenés un blog tenés que ir adonde esté la gente. Y hoy la gente está en las redes sociales. Ahí es en donde se puede sumar más público e incluso postear directamente y recibir comentarios que no son anónimos. O sea que también Facebook tiene algunas ventajas comparativas. Por ejemplo, hay una herramienta que se llama “Facebook connect” a través de la cual se pueden ver los perfiles que visitan a determinados blogs.
Y todo va en esa dirección: las redes sociales son la cancha en la que se juega el partido. Facebook es una aspiradora de la web que se está chupando todo el contenido. Cualquier cosa que se está haciendo hoy en internet no va a poder evitar pasar por alguna red social”. Varios de los que antes pensaban hacerse blogueros, ahora se mudan a redes como Facebook y Twitter. Pero el éxodo, quizá, lejos de debilitar a los blogs, los fortalezca en su entidad: como espacios expresivos y refugios de autor.
Al fin y al cabo el blog no es un género literario, sino una herramienta como tantas otras. “Hay blogs personales, grupales, literarios, de empresas, de lanzamiento de producto, diarios de viaje, de acciones publicitarias precisas. ¿Y qué tienen en común? Nada. Solamente el formato: el último post va primero, tiene un título, comentarios”, dice Zanoni, quien además destaca que el universo blogger en la Argentina está muy desarrollado, que hay muy buenos contenidos y “son cada vez más profesionales”. Los blogs se parecen cada vez más a los sitios web, y viceversa.
Mientras las fronteras en internet son cada vez más difusas, sus tendencias y saltos evolutivos se presentan como espasmos. El surgimiento de cualquier cosa es rotulado como “boom” y su atenuación no puede hacer menos ruido: se la llama “muerte”. Por estos vaivenes han pasado “las puntocom”, “second life” y ¿los blogs?
Revisando evidencias podría decirse que quienes no tienen mucho para decir no pueden sobrevivir en la blogósfera. ¿Pero sí pueden tener larga vida en Facebook? (los signos de interrogación fueron puestos para evitar demandas e insultos). “La mayoría de los blogs son unipersonales porque la motivación principal sigue siendo expresiva. Quizás el interés comercial llega después.
Pero si surge antes, en general fracasan, porque pierden ese potencial de chispa que necesita el blog. Ninguno de los más exitosos surgió con la idea de hacer un negocio”, dice Zanoni –que además maneja una agencia de publicidad que pauta en blogs–. Nadie sabe aún si en unos años –que siempre son pocos– los medios no estén anunciando “el fin de las redes sociales”, pisoteadas por un nuevo “boom”. Mientras tanto, allí están los blogs, glosados en estas líneas por un diario que aún se imprime en papel. En el reino del revés también hay ejemplos que funcionan como excepción: en Chicago y San Francisco mucho de lo que se publica en blogs sale impreso en papel en The Printed Blog, un curioso semanario que emprendió el camino inverso de la transformación mediática. Aunque más no sea para arrogarnos el curioso goce de la primicia, anunciamos aquí su próximo deceso.
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